Genocidio de alta tecnolog’a en el Congo 

 

Hasta 7 millones de personas han muerto en el Congo desde 1996 como consecuencia de las invasiones y guerras patrocinadas por las corporaciones que controlan su riqueza minera, en particular los metales coltan y niobio, utilizados en los telŽfonos celulares y la electr—nica de alta tecnolog’a.

 

                                                                 Keith Harmon Snow

 

 

Par El Mundo el Reves

17 December 2006

http://www.elmundoalreves.org/Article.do?id=23417

 

 

Adem‡s del cobalto, esencial para las industrias nuclear, qu’mica, aerospacial y de armas, sin dejar de lado a los tradicionales diamantes, esta–o, cobre y oro.

La desgracia m‡s abandonada del mundo, segœn el Coordinador de Emergencias de la ONU, es la tragedia continua que vive el Congo desde 1996. Desde entonces han muerto 6 a 7 millones de seres humanos a consecuencia de las invasiones y guerras patrocinadas por los poderes corporativos occidentales que pretenden controlar la riqueza minera de la regi—n.

El motivo oculto del genocidio es el dominio de los recursos naturales que buscan las corporaciones estadounidenses ‡vidas de los significativos minerales ÕrarosÕ coltan y niobio, indispensables en la producci—n de telŽfonos celulares y otros ingenios electr—nicos de alta tecnolog’a; adem‡s del cobalto, un elemento esencial para las industrias nuclear, qu’mica, aerospacial y la industrias de las armas, todo esto sin dejar de lado los recursos naturales m‡s tradicionales, como diamantes, esta–o, cobre y oro.

El coltan, abreviatura de colombio–tantalio, se encuentra en suelos de una antigŸedad de tres mil millones de a–os, como aquŽllos de la regi—n del Valle de la Hendidura de Africa. El tantalio, que se obtiene entre la mena del coltan, se usa para hacer condensadores diminutos esenciales para el manejo del flujo elŽctrico de los artificios electr—nicos. El 80% de las reservas de coltan de todo el planeta se hallan en la Repœblica Democr‡tica de Congo (RDC). El niobio es otro mineral con una historia similar utilizado en alta tecnolog’a.

Una historia sucia

El periodista que utiliza el seud—nimo Sprocket inform— en el Earth First! Journal que el ÒboomÓ de la alta tecnolog’a (high–tech boom) de los a–os 90 hizo subir el precio del coltan empleado en los rockets aŽreos a unos 300 d—lares por libra (454 gramos). En 1996, EEUU patrocin— una invasi—n de fuerzas militares de Ruanda y Uganda que ingresaron por el oriente de la RDC. Hacia 1998 tomaron el control y ocuparon las ‡reas mineras estratŽgicas. Muy pronto, el ejŽrcito ruandŽs comenz— a hacerse de m‡s de 20 millones de d—lares al mes con la miner’a del coltan. Aunque el precio del metal ha ca’do, Ruanda mantiene su monopolio de la explotaci—n y comercio del metal de la RDC. Existe una lluvia de informes sobre desenfrenados abusos de los derechos humanos en esa regi—n minera.

El coltan sale de las minas a puestos comerciales clave, donde lo adquieren mercaderes extranjeros que lo env’an al exterior, principalmente a travŽs de Ruanda. Las empresas con capacidad tecnol—gica suficiente convierten al coltan en el codiciado tantalio en polvo y luego venden esa p—lvora m‡gica a Nokia, Motorola, Compaq, Sony Ericsson y a otros fabricantes que lo utilizan en telŽfonos celulares y otros ingenios Õhig techÕ.

El reportaje de Keith Harmon Snow, en Z Magazine, puso Žnfasis en que cualquier an‡lisis geopol’tico del Congo y de las razones por las que el pueblo congole–o viene sufriendo una guerra casi inacabable desde 1996, requiere una comprensi—n del crimen organizado perpetrado a travŽs de los negocios multinacionales. La tragedia del conflicto de Congo se ha solidificado con las inversiones de las corporaciones, sus ejŽrcitos tutelados y los cuerpos supra–gubernamentales que los apoyan.

El proceso est‡ amarrado en todos los niveles por las m‡s grandes corporaciones, que incluyen a Cabot Corp. y OM Group, de EEUU; a HC Starck, de Alemania; y a Nigncxia, de China. Todas Žstas tienen v’nculos con el Panel de Expertos de Naciones Unidas para las atrocidades en la RDC. Las redes criminales preparadas y mantenidas por las grandes compa–’as multinacionales practican rutinariamente la extorsi—n, el soborno, la violaci—n y atroces matanzas. Mientras las corporaciones occidentales obtienen tasas de beneficio sin precedentes con la miner’a del Congo –hasta 6 millones de d—lares en cobalto crudo salen a diario de la RDC–, raramente se menciona a estas compa–’as mineras en los informes sobre derechos humanos.

QuiŽn es quiŽn en el negocio

El trabajo firmado por Sprocket menciona que Sam Bodman, ejecutivo m‡ximo de Cabot durante el boom del coltan, fue llamado por el Presidente Bush en diciembre de 2004 para desempe–arse como Secretario de Energ’a. Bajo la direcci—n de Bodman, de 1987 a 2000, Cabot fue uno de los m‡s grandes contaminadores de EEUU, lanzando 60.000 toneladas anuales de emisiones t—xicas transportadas por el aire. Keith Harmon Snow, tambiŽn del Z Magazine, a–adi— que Nicole Seligman, la actual vicepresidenta ejecutiva y consejera general de Sony, fue anteriormente consejera legal de Bill Clinton. Muchos que alcanzaron posiciones de poder en la administraci—n Clinton pasaron a ocupar altos puestos en Sony Corporation.

El art’culo ÒBehind the NumbersÓ (Detr‡s de los Nœmeros), firmado por Snow y David Barouski, detalla un tejido de corrupci—n estadounidense y variados conflictos de interŽs entre corporaciones mineras como Barrick Gold y el gobierno de EEUU bajo George H. W. Bush, Bill Clinton y George W. Bush. En el juego participan, adem‡s, distribuidores norteamericanos de armas como Simax y las compa–’as que fabrican material de guerra para el Pent‡gono, eufem’sticamente llamadas Òproveedores de DefensaÓ, como Lockheed Martin, Halliburton, Northrop Grumman, GE, Boeing, Raytheon y Bechtel.

TambiŽn participan las organizaciones seudo ÒhumanitariasÓ como CARE, que es financiada por Lockheed Martin; el ComitŽ de Rescate Internacional (International Rescue Committe), que tiene a Henry Kissinger en su consejo de inspectores; ÒConservationÓ, cuyos intereses mantienen la vanguardia en la penetraci—n occidental en Africa Central; y, claro, las empresas de relaciones pœblicas y grandes medios de comunicaci—n de circulaci—n nacional [en EE.UU.] como The New York Times.

Sprocket cerr— su art’culo se–alando que no es sorprendente que esta informaci—n no estŽ incluida en la literatura y en los manuales que vienen con sus telŽfonos celulares, computadoras o joyer’a de diamante. Quiz‡s –sugiere Sprocket– los telŽfonos m—viles deber’an traer pegatinas que dijeran: ÒÁAdvertencia!: Este artificio se cre— con materiales crudos de Africa central, minerales raros, no renovables, vendidos para consolidar una guerra sangrienta de ocupaci—n que, adem‡s, ha causado la eliminaci—n virtual de especies expuestas al peligro. Que tenga un buen d’aÓ.

La gente necesita comprender –afirma Sprocket– que existe un eslab—n directo entre los aparatos que hacen m‡s c—modas y sofisticadas nuestras vidas y la realidad de la violencia, tumulto y destrucci—n que plaga nuestro mundo.

Actualizaci—n de Sprocket

Hay grandes fortunas que se han hecho fabricando electr—nica de alta tecnolog’a, vendida a conveniencia para que la disfruten los consumidores estadounidenses, pero Àa quŽ costo?

Los conflictos en Africa se amortajan a menudo con la desinformaci—n, mientras a EEUU y a otros intereses occidentales rutinariamente se les baja el perfil o simplemente se omiten en los grandes medios de comunicaci—n corporativos. El 5 de junio de 2006, la historia de tapa de la revista Time titulada ÒCongo: El Peaje Oculto de la Guerra m‡s Mortal del MundoÓ no fue ninguna excepci—n.

Aunque el art’culo mencion— brevemente al coltan y su uso en los telŽfonos celulares y en otros artilugios electr—nicos, no se hizo ninguna menci—n sobre el papel gravitante de Žsta y otras materias primas abundantes en la regi—n en que se libra el conflicto. La historia period’stica pint— la guerra continua como una tragedia lastimosa y horrible, omitiendo el rol de las corporaciones y de los gobiernos extranjeros que han creado el armaz—n de la violencia y a aquŽllos que obtienen del conflicto muy buenos resultados para sus intereses financieros y pol’ticos.

En un art’culo escrito por Johann Hari y publicado por The Hamilton Spectator el 13 de mayo de 2006, los medios de comunicaci—n corporativos dieron un paso en direcci—n a la verdadera raz—n de la tremenda contabilidad de cad‡veres que continœan amonton‡ndose en la Repœblica Democr‡tica del Congo: ÒEl œnico cambio a travŽs de las dŽcadas ha sido los recursos naturales cogidos para el consumo occidental: caucho bajo los belgas, diamantes bajo Mobutu y hoy d’a, coltan y casteritaÓ.

Lo m‡s perturbador de todo esto en los medios de comunicaci—n corporativos es que pasan totalmente por alto los efectos de este conflicto que llevaron a la poblaci—n nativa a una vida no–humana. Incluso, otorg‡ndole un alto perfil al mantenimiento del equilibrio de las especies en peligro, como el gorila de las tierras bajas orientales, casi conducido a la extinci—n por la cacer’a, raramente se considera la pŽrdida del h‡bitat de los lugare–os desplazados de sus aldeas por las facciones belicosas, ni tampoco el ‡ngulo medioambiental de la historia.

El pr—ximo paso, una vez entendida la explotaci—n y la violencia introducida entre los habitantes de Africa central, es responsabilizar a corporaciones como Sony y Motorola de alimentar con el hambre los juguetes de alta tecnolog’a que consume EEUU. Estas corporaciones no desean movimientos de protesta que empa–en sus reputaci—n. Y sobre todo, tampoco desean llamar la atenci—n hacia el coltan que mata a los gorilas, ni sobre las guerrillas que subvenciona.

Es hora de que nuestra cultura comience a otorgarle m‡s valor a los seres vivientes, sean gorilas o humanos, que est‡n presentes en nuestros juguetes habituales de alta tecnolog’a, como los telŽfonos celulares. Es hora de exigirle una existencia m‡s compasiva a la plutocracia corporativa que crea mercados destructivos y al sistema de medios de comunicaci—n que ha fabricado nuestro consentimiento.

No se trata de cuestionar el uso de los telŽfonos celulares (aunque Žsa ser’a una gran salida). Lo que debemos cuestionar es la apropiaci—n de nuestro planeta por un modelo que consume los recursos, en vez de respetar la vida de los hogares y las comunidades.

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Actualizaci—n de Keith Harmon Snow

La guerra por el control de la Repœblica Democr‡tica de Congo –que debe ser el pa’s m‡s rico de todo el globo– comenz— en Uganda en los a–os 80, cuando el actual presidente ugandŽs Yoweri Museveni asalt— a su estilo el poder con el apoyo del Palacio de Buckingham y la Casa Blanca y hasta Tel Aviv detr‡s suyo.

Paul Kagame, quien ahora es el presidente de Ruanda, sirvi— como Director de Inteligencia Militar de Yoweri Museveni, despuŽs recibi— instrucci—n y entrenamiento en Fuerte Leavenworth, Kansas, poco antes que el Frente Patri—tico RuandŽs (FPR) invadiera Ruanda con el respaldo de Roger Winter (5) y del ComitŽ de EEUU para los Refugiados, entre otros. El FPR desestabiliz— entonces a Ruanda y tom— el control con un golpe de estado que hoy se entiende mal como Òel Genocidio de RuandaÓ. Lo que se jug— en Ruanda en 1994 se est‡ jugando hoy en Darfur, Sud‡n, donde la meta es el cambio del rŽgimen y Òel genocidioÓ es la herramienta de propaganda usada para manipular y desinformar. Y precisamente all’ est‡ ahora Roger Winter, como representante de Bush (5).

En 1996, Paul Kagame y Yoweri Museveni, con el Pent‡gono detr‡s suyo, lanzaron su guerra encubierta contra Mobutu Sese Seko de Zaire y sus patrocinadores occidentales. Una dŽcada despuŽs, por lo bajo hay 6 o 7 millones de muertos y continœa la guerra en el Congo (Zaire).

Si usted est‡ leyendo los grandes peri—dicos corporativos o est‡ escuchando la National Public Radio, est‡ usted contribuyendo a su propia enfermedad mental, no importa cuan astuto usted crea ser o piense que sabe ÒequilibrarÓ o ÒdescifrarÓ los c—digos. Las noticias reportadas en Time Magazine (ÒLa guerra m‡s mortal del mundoÓ, 6 de junio 2006) y en CNN (ÒLa violaci—n, la brutalidad ignorada para ayudar a la paz del CongoÓ, 26 de mayo 2006) aparecieron en momentos en que nuestro trabajo ya estaba interpret‡ndose por personas conscientes deseosas de hallar, por fin, verdades contundentes. Sin embargo, aquellos reportes corporativos son decepcionantes perfectos ejemplos de decepcionante manipulaci—n encubierta.

Para la exactitud y la verdad en Africa Central, las personas interesadas pueden leer a Robin Philpot (Imperialism Dies Hard: El Imperialismo Dificilmente Muere), a Wayne Madsen (Genocide and Covert Operations in Africa, 1993–1999: Genocidio y Operaciones Encubiertas en Africa, 1993–1999), Amos Wilson (The Falsification of Consciousness: La Falsificaci—n de Conciencias), Charles Onana (The Secrets of the Rwanda Genocida –Investigation on the Mysteries of a President: Los Secretos del Genocidio de Ruanda – Investigaci—n sobre los Misterios de un Presidente), Antoine Lokongo (http://www.congopanorama.info), Phil Taylor (http://www.taylor–report.com), Christopher Black (Racism, Murder and Lies in Rwanda: Racismo, Asesinato y Mentiras en Ruanda). World War 4 Report ha publicado mis informes, pero ellos son inconsistentes respecto a la exactitud, quiz‡s por ser r‡pidamente adaptados como propaganda, como a veces se ha hecho.

Es posible coleccionar aqu’ peque–os fragmentos de verdad –que nunca se encuentran en el sistema de grandes medios– pero uno debe tener cuidado con las decepciones y prejuicios. En esta vena, el peri—dico de la elite de negocios Africa Confidential es a menudo muy revelador. Se pueden tamizar algunos hechos desde Africa Research Bulletin.

El libro del profesor David Gibb ÒThe Political Economy of Third World Intervention: Case of the Congo CrisesÓ (La Econom’a Pol’tica de la Tercera Intervenci—n Mundial: El caso de las Crisis del Congo) es una excelente investigaci—n que identifica a los jugadores hoy todav’a activos (especialmente Maurice Tempelsman y sus intereses en diamantes, conectado al Partido Dem—crata). Ditto King LeopoldÕs Ghost (Reaparece el Fantasma del Rey Leopold) por Ad‡n Hocshchild, pero –ejemplificando los intereses de conveniencia– hay que recordar que Hocshchild nunca le dice al lector que su padre manej— una compa–’a minera en el Congo. Casi todos los reportajes son convenientes, pero uno necesita tomar precauciones para no ser enga–ado.

El libro del profesor Ruth Mayer ÕArtificial Africas: Colonial Images in the Times of GlobalizationÕ (Africa Artificial: Im‡genes Coloniales en Tiempos de Globalizaci—n) es una articulaci—n particularmente profunda sobre los medios y aclara por quŽ el sistema medi‡tico distorsiona y manipula todo sobre Africa. Y nunca se olvide de http://www.allthingspass.com.

TambiŽn, en la esperanza de corregir el registro y revelar la verdad, Forum Internacional para la Verdad y Justicia en los Grandes Lagos de Africa (http://www.veritasrwandaforum.org) con sede en Espa–a y co–fundado por el candidato al Premio N—bel Juan Carrero Seraleegui, est‡ envuelto en un pleito importante para condenar los macizos cr’menes contra la humanidad y actos de genocidio en que est‡ involucrado el actual gobierno de Ruanda.

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Notas

(1) Proyecto Censurado (Project Censored) es un programa a cargo del profesor de sociolog’a Peter Phillips, de la Universidad Sonoma State de California, que desde hace 30 a–os emite un estudio anual sobre las 25 grandes noticias ÒtopÓ ocultadas por la gran prensa de EEUU. Estas Ò25 historias topÓ sobre grandes temas sustra’dos del debate period’stico ofrecen una radiograf’a actualizada de la sociedad estadounidense y la pol’tica exterior de EEUU, cuyo conocimiento permite comprender mejor los designios del imperio. Los textos completos pueden verse (en inglŽs) en http://www.projectcensored.org/.

Keith Harmon Snow, periodista independiente, es uno de los especialistas m‡s serios en Africa y, en particular, en el Congo, que se declara Òdependiente de las donaciones individuales y las contribuciones voluntariasÓ. Asegura que ha vivido bajo la l’nea de pobreza durante una dŽcada, trabajando como activista y voluntario en organizaciones humanitarias que no generan ganancias pero cuyo apoyo le permite continuar con su importante trabajo. Ver su trabajo sobre la limpieza Žtnica en Etiop’a, seleccionado por Proyecto Censurado 2006.

(2) Sprocket es una firma de http://www.earthfirstjournal.org/.

(3) David Barouski, quien regres— del Congo–Kinshasa en julio 2006, es un periodista independiente y excelente fot—grafo dedicado del Africa.

(4) Phil Taylor entrevist— a Keith Harmon Snow –la fuente principal de esta historia– en The Taylor Report (El Informe Taylor), un programa semanal de radio que cubre actualidad, pol’tica, derechos humanos y temas internacionales, transmitido por CUIT 89.5 FM en la Universidad de Toronto los lunes a las 5 pm (se repite los martes a las 9 am, ver www.ciut.fm)

(5) Roger Winter fue designado por Bush en julio de 2005 como su Representante Especial en Sud‡n para manejar el conflicto en Darfur, Sud‡n, donde los prop—sitos estadounidenses de cambiar al gobierno se encubren como esfuerzos contra otro ÒgenocidioÓ.

ÒGenocidio de alta tecnolog’aÓ y otros art’culos sobre la tecnolog’a del telŽfono celular est‡n disponibles pidiŽndoselos al autor y escribiendo a: sprocket@riseup.net.

Art’culo publicado en la web de desobediencia informativa La Haine (www.lahaine.org) el 14 de diciembre de 2006.